: El narrador tiene que ser tratado en un hospital, cuyo orden no le gusta. Tiene dificultades para recuperarse y, en adelante, prefiere ser tratado en casa.
La narración se lleva a cabo en nombre del enfermo Peter.
Al narrador no le gusta mentir en los hospitales. Cuenta cómo una vez estuvo en un hospital con fiebre tifoidea. Ahí no le gusta todo.
Lo primero que no le gustó fue un cartel en el que había una inscripción insignificante sobre el momento de la emisión de los cadáveres. A pesar de la alta temperatura, comienza a criticar esta inscripción, para disgusto aparente del personal médico. El médico le dice que tiene pocas posibilidades de recuperación, y si se recupera, entonces déjelo criticar todo lo que quiera.
El siguiente momento, que provoca la indignación de Peter, es el punto de lavado. El paciente cree que es más consonante llamarlo "bañera". Él viene allí y descubre a una anciana que se baña. Peter comienza a resentirse, pero luego la anciana exige sacarla del agua. El baño está lleno de agua caliente y el paciente se lava. Después de este procedimiento, se le dará ropa interior más grande de lo requerido. Sin embargo, no le molesta, y señala que esto es algo normal en el hospital.
En la cámara donde lo llevaron, hay una treintena de personas. El indignado Peter exige llamar al médico jefe, pero llega el paramédico y el paciente pierde el conocimiento.Una enfermera que recuperó el conocimiento le dice a la enfermera que podrá ser dada de alta pronto si no se infecta con sus compañeros de cuarto. El cuerpo de Peter no sucumbe a la enfermedad. Justo antes del alta, recoge la tos ferina, que el cuerpo derrota nuevamente, después de lo cual está enfermo de forma nerviosa: el cuerpo de Peter está cubierto de acné, porque no se lo recetan por todo tipo de razones.
En casa, su esposa le dice que debido a un error en la contabilidad del hospital, recibió noticias de su muerte. Desde entonces, Peter prefiere estar enfermo en casa.